7 de septiembre de 2013

Ideas, ducha y creatividad.


No lo vamos a negar, pero todos sabemos que dentro de la ducha pasan cosas increíbles. La primera de ellas es que nos transformamos en tenores y la segunda, que se nos ocurren nuestras mejores ideas. Ambas tienen respuesta científica, y en la que hoy me quiero centrar es en el de las ideas. Bueno, también diré que lo de la voz se debe a las cajas de resonancia (paredes de la ducha) y la propagación de las ondas sonoras.

R. Keith Sawyer, autor del libro Explicación y Creatividad: La Ciencia de la innovación humana explica que es más probable tener una epifanía creativa cuando estás haciendo algo monótono como correr, ducharte, hacer el zángano… Como estas rutinas no requieren demasiado esfuerzo mental, nuestro cerebro activa el modo “automático”. ¿Consecuencia? Tu inconsciente empieza a trabajar en otras cosas. Estando en la parra, permites que tu cerebro se divierta, sin que nada le impida la libre asociación.


Soñar despierto relaja el centro de mando de la corteza prefrontal del cerebro para tomar decisiones, objetivos y acciones. También pone en automático al resto de nuestro sistema cerebral  limpiando la diferentes vías que conectan las distintas regiones del vaso cerebral. Con la corteza relajada y el “piloto automático encendido”, se logran conexiones nuevas y creativas que de estar concentrado, nuestra mente consciente habría rechazado.

Es por eso que las ideas que tenemos en la ducha son tan diferentes de las ideas que tenemos en el trabajo. Pensar en un problema en concreto desactiva la red por defecto y aumentamos el control de la corteza prefrontal. No es malo, solo supone que cerebro filtre/ censure aquello que considera una distracción.

Lo más curioso es que se ha descubierto que las personas que se distraen más fácilmente suelen ser las más creativas. Puedo dar fe, mi hermano es de aquellos que no puede estar más de 10’ delante de un libro y se distrae con el muelle del bolígrafo. Mientras está pendiente de cualquier cosa menos del libro, te puede soltar una idea genial que, evidentemente, no tiene conexión alguno con lo que supuestamente está estudiando. Pues ese es el estado que crea la ducha, un estado de relax y distracción, activación del “piloto automático” y fomento de ideas extravagantes.


 Además la propia configuración de la ducha y su espacio favorece la relajación.  Una pequeña caja, en la que nos encontramos seguros, protegidos, en la que nos podemos soltar, en la que (normalmente) estamos solos, nuestro momento/s del día para alejarnos de las tensiones. Si estas relajado se libera la dopamina, un neurotransmisor que ayuda a aumentar nuestra creatividad. La dopamina libera ondas alfa, las mismas ondas que aparecen cuando se está meditando o feliz. Estas ondas alfa activan nuestro “soñar despierto” y anima la creatividad.

Ah! Todavía hay que añadir un último elemento, el estado en el que nos encontramos cuando nos duchamos. Nos duchamos por la mañana o por la tarde-noche, momentos en que estamos zombi. Cuando estamos más cansados es cuando se producen los picos de creatividad. En esos momentos en los que todavía no somos persona o en los momentos que ya lo hemos dejado de serlo, debilita los censores de nuestro cerebro, y le impide que bloquee las absurdidades y distracciones que hacen posible las grandes ideas.

Después de esto, yo ya estoy pensando en proponer futuras reuniones de trabajo alrededor de un futbolín.